Los científicos llevan años tratando de entender por qué los elefantes casi nunca desarrollan cáncer. Ahora, un estudio dirigido por investigadores delInstituto de Cáncer Huntsman de la Universidad de Utah y la Universidad Estatal de Arizona y del Centro Ringling Bros para la Conservación de Elefantes (EE.UU.), puede haber encontrado la respuesta a este misterio y puede convertir a este grandioso animal en la clave para prevenir el cáncer.
De acuerdo con los resultados, que se publican en “JAMA”, los elefantes tienen 38 copias modificadas (alelos) más del gen p53, un ‘viejo’ conocido supresor tumoral, en vez de las dos que tenemos los humanos. Y además, los elefantes parecer tener un mecanismo más sólido para eliminar las células dañadas, que son de hecho las que tienen una mayor probabilidad de convertirse en cancerosas.
Y ahora en la investigación se ha visto que, en las células de elefante aisladas, la actividad de este mecanismo se duplicaba cuando se comparaba con el de las células humanas sanas y era casi cinco veces superior al de las células de los pacientes con síndrome de Li-Fraumeni, que tienen únicamente una copia del p53 y un riesgo de cáncer del 90%. Los resultados sugieren que un p53 extra podría explicar esa mayor resistencia de los elefantes al cáncer.
«La naturaleza ya ha descubierto la manera de prevenir el cáncer. Ahora todo depende de nosotros para aprender cómo afrontan y previenen el cáncer los diferentes animales para trasladar esa información y diseñar estrategias para prevenir el cáncer en humanos», señala Joshua Schiffman, oncólogo pediátrico del Instituto Oncológico Huntsman de la Universidad de Utah.
Los elefantes se han considerado desde siempre un enigma. Debido a que poseen 100 veces más células que las personas, deberían tener 100 veces más probabilidades de desarrollar un tumor a lo largo de su vida. Y sin embargo se cree que los elefantes tienen cáncer con menos frecuencia, una teoría que se confirma en este estudio. Un análisis de una gran base de datos sobre las muertes de elefantes estima una tasa de mortalidad por cáncer de menos del 5% para los paquidermos, mientras que en los humanos oscila entre un 11 y un 25%.
En busca de una explicación, los científicos analizaron el genoma del elefante africano y encontraron al menos 40 copias de genes que codifican para la proteína p53, una proteína conocida por sus propiedades inhibidoras de cáncer.
En colaboración con el Zoológico Hogle de Utah y el Centro de Conservación de Elefantes Ringling Bros analizaron si dichas copias extra conferían protección a los elefantes frente al cáncer. Así, extrajeron los glóbulos blancos de la sangre obtenida de los animales durante los controles de rutina y sometieron a las células a tratamientos que dañaban el DNA, es decir, un detonante del cáncer. La respuesta fue sorprendente: las células reaccionaron con una respuesta mediada por p53: es decir, se suicidaron.
Mejor estrategia
Según Schiffman, «eliminar una célula dañada antes de que se convierta en cancerígena» es una estrategia mucho más eficiente para prevenir el cáncer que tratar de detener que célula mutada se divida.
En el polo opuesto a los elefantes estarían los pacientes con el síndrome de Li-Fraumeni heredado. Solo tienen una copia activa de p53 y un riesgo de cáncer del 90%. Una menor presencia de p53 reduce la respuesta al daño del ADN en pacientes con el síndrome de Li-Fraumeni, y por eso el equipo de Schiffman se preguntó si una mayor presencia de p53 podría proteger a los elefantes frente el cáncer.
Para probar esta hipótesis, compararon células aisladas de los elefantes (8), de seres humanos sanos (10), y de pacientes con el síndrome de Li-Fraumeni (10) y vieron que las células de elefante expuestas a la radiación se ‘suicidaban’ a un tasa que era el doble de la de las células humanas sanas y cinco veces superior a la de las células de Li-Fraumeni (14,6%, 7,2% y 2,7%, respectivamente). Estos hallazgos apoyan la idea de que una mayor presencia de p53 ofrece protección frente el cáncer.
La historia del elefante muestra cómo la evolución puede haber superado el cáncer. Otros animales que también han resuelto el problema son las ratas topo y las ballenas de Groenlandia, que han desarrollado diferentes enfoques. Schiffman planea usar lo aprendido en los elefantes como una estrategia para el desarrollo de nuevas terapias contra el cáncer.
Además el estudio puede tener un efecto rebote. “Si los elefantes pueden ser la clave para resolver algunos de los misterios del cáncer, entonces va a haber una mayor conciencia sobre la difícil situación de estos animales en todo el mundo”, señala Eric Peterson, del Zoo de Utah. Y concluye Alana Field, de Ringling Bros: “Esperamos con interés el día en que haya un mundo con más elefantes y menos cáncer”.
FUENTE: www.nuevodiarioweb.com.ar
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